miércoles, 12 de marzo de 2014
EN UNA HUELGA NECESITAS ALAS
La noticia en la radio del coche empeoró con el tiempo y luego nos golpeó exactamente lo que estaban diciendo en los titulares. La autopista fue bloqueada con camiones y neumáticos en llamas en los tres carriles y hombres enojados estaban gritando. Francia estaba atravesando un paro nacional del tipo que puede transformarse en algo feo en un momento y durar varios días. Yo estaba conduciendo desde Inglaterra a España en el invierno con mi esposa y dos hijos. Paris estaba detrás de nosotros, teníamos reuniones organizadas para el día siguiente y con 1.000 kilómetros por recorrer esto era una mala noticia. Después de pasar una noche agitada en la última habitación de un hotel que nos podíamos permitir, salimos a la calle para encontrar un silencio mortal. Francia estaba paralizada. Nos pusimos de pie alrededor del coche con un ojo en el mapa y el otro en los huelguistas cercanos acurrucados alrededor de las brasas ardientes. De repente la voz de un hombre vino detras de mi preguntando en inglés a dónde iba. "Barcelona, pero . . ", le contesté dando vueltas, "Lo sé" dijo, y su compañero asintió. Señaló el mapa, "Sal fuera de esta aldea aquí, sigue esta senda, entonces ésta pista, después entra en la carretera principal aquí y llegas a una entrada a la autopista que no tiene presencia de huelguistas. Entra a ella y no te detengas." En el momento en que levante la vista, los hombres habían desaparecido. Por la tarde habíamos recorrido la longitud de Francia y cruzado la frontera desierta con sólo gotas de gasolina en el deposito. Nunca vimos otro coche. ¿Y los dos hombres que hablaban un inglés perfecto? Tú me dirás quiénes eran, pero algo me dice que bajo sus pesados abrigos estaban unas alas muy finas.
La imágen fue suplida por Creative Commons: © by Grumbler %-|
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