viernes, 17 de abril de 2015

DEMASIADA CÓMODA ES LA MODA


Ayer por la noche fuimos a escuchar el comediante Mark Thomas, un ateo autoproclamado y activista político, de una familia de pastores y vicarios. Él estaba hablando acerca de lo que encontró y con quién se había encontrado mientras caminaba todos los 750 kilómetros del muro de seguridad entre Israel y Cisjordania. Mark habló sin notas, sin los clips multimedia y video, e interesó al público que paga, por dos horas sin parar. Nos hizo tanto reír y llorar, y sabíamos exactamente en lo que él cree. Mientras escuchaba me preguntaba qué había pasado con la pasión y la convicción en la predicación de nuestras iglesias. La moda es ser guiado cada vez más por la multimedia con charlas de las cuales casi nadie se acuerda antes del final del sermón. Hemos escuchado conversaciones acerca de un Dios en general y nada en particular. Sin embrago, en un siglo anterior una vez alguien le preguntó David Hume, un conocido incrédulo por qué se iba a escuchar el famoso George Whitefield, un predicador del evangelio. "Usted no cree en todo eso", dijo su amigo. "No", respondió el hombre, "pero no es tonto Whitefield y ciertamente cree. Quiero saber por qué." Sería una pena si hoy en día el único hombre que queda, que puede mover el alma es un comediante del teatro con una pasión por la justicia.

© Esta imágen libre de derechos fue suplida por Creative Commons y Flickr: Jones Preaching Wales by More Good Foundation.

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