Cuando las posibilidades de que el bebé que tu esposa carga en su vientre, son, en palabras de un eminente médico, de una en un millón en contra, el hospital no garantiza nada. Sin ningún signo de que la llegada será a tiempo, el equipo de médicos y enfermeras se estaban poniendo nerviosos y preparándose para un parto inducido. De alguna manera esto no parecía lo correcto ya que este embarazo era el resultado de la promesa hecha por Dios, años atrás. Con menos de medio día previo a la programación de la cirugía, la Biblia se abrió casi por sí misma en las palabras de Isaías 66.9: Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Así que nos ponemos de acuerdo y esperamos. Y esperamos a ver que pasara. En el transcurso de unas horas, la paz de esa tarde soleada se vio interrumpida por los primeros dolores que anunciaban la llegada de Elizabeth, unas 27 largas horas más tarde. El nombre Elizabeth significa, "Dios ha cumplido su promesa" y de seguro, 26 años después, Dios ha hecho justamente eso, ha cumplido su promesa. El Dr. Liu, aquel eminente medico les contó a todos que tenía un bebé milagro. Al enterarse del comentario el periódico envió a un hombre para que tomara fotos. Al ver al bebé y leer las notas del consultante la partera recuperó la fe que había perdido en su niñez en Irlanda. Así que si las apuestas están a una en un millón, en tu contra, recibe el milagro que necesitas en la certeza de que es Jesús quien lo promete y si tú te aferras a Su palabra, entonces aún con todas probabilidades en contra, tú serás el ganador.
© Esta imágen libre de derechos fue suplida por Creative Commons y Flickr: Throw Of The Die por Ricky Leong.
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