viernes, 1 de abril de 2016

TEME LA LLAMADA TELEFÓNICA EN MEDIO DE LA NOCHE


En la parte española de mi familia siempre ha habido la costumbre de llamar por teléfono para comunicar haber llegado a casa a salvo después de una visita. No hacerlo es garantía de tensión, miedo y reproches. Ni una sola vez en 30 años hubo un incidente mayor del cual informar, que quizás un autobús con retraso. Para la mente inglesa esto es una superstición incomprensible, sin embargo, la carrera hacia el teléfono justo después de entrar por la puerta de casa no pasaba desapercibida para nuestros hijos, quienes en silencio aprendían de lo que veían y oían. Este es el poder del discipulado, para bien y para mal. Así que con gran eficiencia y siguiendo la pauta de recuerdos profundamente arraigados en su subconsciente, tan pronto como nuestro hijo James, que ahora tiene 43 años, regresó de sus vacaciones, la primera cosa que hizo, naturalmente, fue llamar por teléfono a su padre para avisar de que ya estaba en casa. ¿No es genial escuchar el teléfono del piso de abajo sonar a las 2 de la mañana? Y sonar y sonar. Quizás al abuelo de James, propagador principal de esta tradición, le hubiesen gustado estas palabras del apóstol Pablo: "Lo que me has oído decir, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros." Esta revolucionaria estrategia en tres etapas, que Pablo aprendió de Jesús, nunca falla. Aunque ten cuidado con lo que la gente te escucha decir, porque el teléfono podría sonar en medio de tus sueños más profundos también.

© Esta imágen libre de derechos fue suplida por Creative Commons y Flickr: Diabaig790219 By Paul McGreevy.

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